Capitulo 32

El Tao, en su eternidad, carece de nombre.

Aunque mínimo en su unidad,

el mundo no puede contenerla.

Si los príncipes y los reyes

pudieran permanecer en el Tao

todos los seres se les someterían.

El cielo y la tierra

se unirían para llover dulce rocío

El pueblo, sin gobierno

por sí mismo se ordenaría con equidad.

Cuando en el principio se dividió, dando formas a

a todas las cosas,

tuvo nombres.

Con los nombres supo contenerse,

y así, no corre peligro.

El Tao es al universo

como los riachuelos y los valles son respecto a los

ríos y al mar.